domingo, 14 de agosto de 2011
La historia del Pit Bull podría ser la historia de cualquier otra raza que sometida a la mano del hombre pasa de estar en gracia a caer en desgracia. El conocimiento de una persona común está normalmente sesgado, basado en mitos urbanos con el único fin de dañar la reputación de esta raza. En cierto momento de nuestra historia el Pit Bull fue el perro más respetado y popular en América, hasta que le pusieron un ojo morado. Criminales están intentando pervertir su carácter y criadores de medio pelo, cambiar su genética, los medios de comunicación vendiendo historias repletas de sensacionalismo y comunidades enteras están intentando prohibir su cría, y aun así el Pit Bull sigue siendo el mismo perro hoy que hace 100 años, un fiel y leal amigo hasta el final. Esta es la historia de cómo nosotros como sociedad hemos traicionado al mejor amigo del hombre. Era el año 1914 y Europa se convirtió en un campo de batalla para naciones enfrascadas unas contra otras en una guerra masiva sin parangón en la historia. Los Estados Unidos declararon su neutralidad, pero considerando que ese estado neutral podría ser desafiado, EEUU empezó a prepararse para lo inimaginable, la posibilidad de estar inmerso por completo en una guerra mundial. El ejército americano comenzó a preparar a la nación ante la posibilidad de entrar en guerra imprimiendo posters patrióticos con una doble intención, concienciar a la gente, y al mismo tiempo servir de aviso a posibles enemigos – dejar al gigante dormido tranquilo. Los posters reflejaban la imagen de un American Pit Bull Terrier cubierto por la bandera americana con palabras como “Vigilante-Esperando” y “El perro guardián americano”. El ejército eligió el Pit Bull como un representante del país no solo porque era la raza de perros más respetada, sino porque el alegre perro simbolizaba todo por lo que el país se sentía orgulloso: valentía, lealtad, paciencia, y la voluntad de defenderse si era provocado. Originalmente criado como un perro de lucha de toros y terriers en Gran Bretaña en 1830, la raza encontró en EEUU una nueva manera de “ganarse la vida”, como perro de trabajo. Cuando los colonos se dirigieron hacia el oeste a finales del siglo 19, los inmigrantes ingleses que habían traído con ellos sus perros, los encontraron excepcionales para el pastoreo de vacas y ovejas, protectores de rebaños y guardianes de la casa familiar. No pasó mucho tiempo antes de que la raza, llamada “Terrier Yanqui”, se convirtiera en el perro preferido de una nación joven y en expansión. El carácter de duro trabajador de la raza, combinado con una sólida reputación como un perro de familia, les hizo más venerados y demandados, si cabe. Su especial devoción y amor por los niños le valió el apodo de “perro niñera”. En 1898 el United Kennel Club fue fundado y el “bull and terrier” se convirtió en la primera raza registra bajo el nombre de American Pit Bull Terrier. La historia del Pit Bull podría ser la historia de cualquier otra raza que sometida a la mano del hombre pasa de estar en gracia a caer en desgracia. El último ataque de perros a personas en España ha sido en Granada, un niño de 5 años atacado por varios perros mantenidos en condiciones paupérrimas y sin control por un “amante de los animales”. Me sentía obligado a escribir este artículo porque vivo en una ciudad donde está de actualidad el tema de los Pit Bulls. Como dueño de Pit Bulls desde 1990, siento que es importante sacar a la luz la historia de la raza. El conocimiento de una persona común sobre esta raza está normalmente sesgado, basado en mitos urbanos con el único fin de dañar la reputación de aquella. Contrariamente a lo que muestran los medios, no sufrimos una plaga de Pit Bulls malvados. Desde los años 80, los Pit Bulls han sido responsables de la muerte de 3 personas al año en los Estados Unidos. Vivimos en una sociedad donde 2000 padres matan a sus hijos cada año en episodios de violencia doméstica, y conductores borrachos matan a 25000 personas. Debemos preguntarnos si el “asunto Pit Bull” es realmente un asunto de seguridad o un bombo publicitario. Este artículo recoge cronológicamente la extraña y triste saga del American Pit Bull Terrier. En cierto momento de nuestra historia el Pit Bull fue el perro más respetado y popular en América, hasta que le pusieron un ojo morado. Criminales están intentando pervertir su carácter y criadores de medio pelo, cambiar su genética, los medios de comunicación vendiendo historias repletas de sensacionalismo y comunidades enteras están intentando prohibir su cría, y aun así el Pit Bull sigue siendo el mismo perro hoy que hace 100 años, un fiel y leal amigo hasta el final. Esta es la historia de cómo nosotros como sociedad hemos traicionado al mejor amigo del hombre. Era el año 1914 y Europa se convirtió en un campo de batalla para naciones enfrascadas unas contra otras en una guerra masiva sin parangón en la historia. Los Estados Unidos declararon su neutralidad, pero considerando que ese estado neutral podría ser desafiado, EEUU empezó a prepararse para lo inimaginable, la posibilidad de estar inmerso por completo en una guerra mundial. El ejército americano comenzó a preparar a la nación ante la posibilidad de entrar en guerra imprimiendo posters patrióticos con una doble intención, concienciar a la gente, y al mismo tiempo servir de aviso a posibles enemigos – dejar al gigante dormido tranquilo. Los posters reflejaban la imagen de un American Pit Bull Terrier cubierto por la bandera americana con palabras como “Vigilante-Esperando” y “El perro guardián americano”. El ejército eligió el Pit Bull como un representante del país no solo porque era la raza de perros más respetada, sino porque el alegre perro simbolizaba todo por lo que el país se sentía orgulloso: valentía, lealtad, paciencia, y la voluntad de defenderse si era provocado. Originalmente criado como un perro de lucha de toros y terriers en Gran Bretaña en 1830, la raza encontró en EEUU una nueva manera de “ganarse la vida”, como perro de trabajo. Cuando los colonos se dirigieron hacia el oeste a finales del siglo 19, los inmigrantes ingleses que habían traído con ellos sus perros, los encontraron excepcionales para el pastoreo de vacas y ovejas, protectores de rebaños y guardianes de la casa familiar. No pasó mucho tiempo antes de que la raza, llamada “Terrier Yanqui”, se convirtiera en el perro preferido de una nación joven y en expansión. El carácter de duro trabajador de la raza, combinado con una sólida reputación como un perro de familia, les hizo más venerados y demandados, si cabe. Su especial devoción y amor por los niños le valió el apodo de “perro niñera”. En 1898 el United Kennel Club fue fundado y el “bull and terrier” se convirtió en la primera raza registra bajo el nombre de American Pit Bull Terrier. La popularidad del American Pit Bull Terrier explotó durante el periodo previo a la segunda guerra mundial. Los pequeños granujas hicieron del Pit Bull el perro más demandado al igual que 101 Dálmatas hizo del dálmata el perro que todo niño deseaba tener. Los publicistas se unieron a la popularidad del Pit Bull usando su imagen en sus anuncios.América se había enamorado de los Pit Bull y la raza se convirtió en “el perro de toda América”. El Pit Bull representaba todo aquello bueno y deseable en el mejor amigo del hombre. La raza se convirtió en el icono de la nación y en la esencia de todo lo que era Americana. Cuando los EEUU se encontraron inmersos en otra guerra mundial volvió a un viejo amigo buscando apoyo, el American Pit Bull Terrier. El ejército diseño patrióticos posters mostrando un marine y un Pit Bull junto a la bandera americana con las palabras, “Nosotros defendemos la vieja gloria”. Los siguientes 40 años la imagen del Pit Bull permanecería inmaculada. Al comienzo de los 80, los más de 100 años de respetabilidad del Pit Bull empezaron a terminarse. Al igual que el Rottweiler y el Doberman fueron una vez símbolo de un status negativo, el Pit Bull se convirtió en el perro “macho” de todo criminal, miembro de bandas, y rebeldes que necesitaban reafirmar su auto percibida mala imagen. Como resultado, la raza volvió a ser muy deseada, pero esta vez con connotaciones negativas. “Vendeperros” vendieron a 50 dólares tantos cachorros de Pit Bull como les era posible, mientras que las bandas reinventaron el viejo “deporte” de las peleas de perros para sufragar sus negocios con drogas. Una raza de perro grande en manos de un dueño irresponsable tiene el potencial, aunque no siempre la probabilidad, de ser una mascota peligrosa. Los perros son animales, y siempre tienen el factor de ser impredecibles, aunque, los perros que son entrenados y cuidados adecuadamente es más probable que desarrollen un temperamento estable. Es solo cuando un perro ha sido llevado a los extremos, maltratado y mal cuidado, cuando se volverá contra un humano. Es la caída en desgracia de posiblemente la raza más amada y respetada en la historia de nuestra nación. Para añadir al problema, los medios de comunicación se han avalanzado sobre el tema y han proyectado sobre la raza la peor luz posible. Artículos sin escrúpulos y sesgados han desafortunadamente llevado a varios medios a retratar injustificadamente al Pit Bull como un monstruo listo para devorar cualquier cosa en su camino. No está en la genética de la raza atacar a un humano. Algo ha ido terriblemente mal cuando un Pit Bull habiendo sido específicamente criado para no atacar a personas ataca a un ser humano. Los Bull and Terriers originales no podían mostrar ningún signo de agresividad hacia las personas en el ring. El otro deporte legal de las peleas de perros requería de la presencia del dueño en el ring durante la pelea y cualquier perro que mostrase conducta agresiva hacia una persona era sacrificado Como dueños de un Pit Bull nos enfrentamos a la idea de que la sociedad quiere poner un vendaje al tema de los perros feroces a través de severas restricciones o prohibiendo varias razas. Debemos ser sensatos y darnos cuenta de que es la irresponsabilidad del dueño lo que está mal. Se ha probado en numerosos estudios que el Pit Bull no es hereditariamente más agresivo que otras razas. “hemos aprendido que una legislación específica sobre una raza no es el camino para atajar el problema de las agresiones de perros. En lugar de eso, deberíamos mirar a la dueños de perros responsables de agresiones”.
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